«Una película, nunca la hace una sola persona…» la amorosa pre-producción de 3pies*

*Esta publicación, está disponible sólo en español

Hace mucho no escribo para este blog que se llama ‘lo que amo del cine’.

En realidad lo que más amo del cine es… hacerlo. Y una película, así sea corta, mediana o larga, no la hace uno solo.

Hace un par de semanas nuestro cortometraje ‘3pies‘ ganó un premio importante para ser (finalmente) producido: el estímulo para ‘relatos regionales’ del Fondo para el Desarrollo Cinematográfico Colombiano. No he publicado mucho al respecto porque ese logro es el producto de un esfuerzo muy grande, de muchos años de trabajo, pero especialmente de muchas personas que han dejado su corazón y huella en el proyecto.

Este evento se merecía mucho más que un par de palabras escritas al azar y con afán. USTEDES, todos los que han conocido el proyecto, los que han participado, colaborado, los que lo han alimentado, los que lo han criado como a un hijo, se merecen saber (en una cantidad desmesurada de caracteres, jejeje), lo agradecida que estoy porque me hayan permitido trabajar y compartir con ustedes, así fuera por un breve instante.

A veces la única forma en la que uno se da cuenta de la cantidad de personas que están detrás de una película es cuando se queda unos minutos más en la sala de cine y mira cómo van pasando muchos nombres de las personas que hacen parte del equipo técnico más una larga lista de agradecimientos: a la familia, al dueño de la tienda de la esquina, al que le prestó un par de zapatos, al profesor de Universidad (que se tomó muchos tintos con uno después de clase dándole consejos para mejorar la historia), a los amigos que pusieron sudor, lágrimas, corazón y amor a cada segundo rodado y no rodado de la película… Pero sólo los que hemos estado representados en esas letras blancas con fondo negro que pasan rápidamente en un roll cuando todo el mundo se está levantando de la silla, sabemos lo mucho que se lucha por hacer una película.

La historia

‘3pies’ es la historia de Gonzalo, un niño de 10 años, que recorre su pueblo natal (Pamplona, Norte de Santander) con su balón de fútbol, y trata de llegar con los zapatos limpios a su estricto colegio para que no lo castiguen en la hora del descanso y le prohiban jugar fútbol con sus compañeros, su parte favorita de la jornada escolar.

Es una historia que, desde su primera versión de guión, lleva 4 años de estarse ‘soñando’, ya que bien lo dijo Carriere ‘un guión es el sueño de una película’. Lo que no dijo el señor Carriere es que con lo difícil que es hacer cine, uno puede pasarse la vida entre sueños, o peor aún, soñando despierto.

 

La frase del título de esta publicación no la ha dicho ningún director, ni actriz o actor conocido ni famoso. La acabo de escribir yo. Y es porque ‘3pies’ no podría existir sin TODAS las personas que han colaborado para nutrirlo. Así que esta es una larga publicación para darles las gracias 🙂

Gracias a los grandes amigos arrebatados(Lala, Andrés, Pedrou) que se fueron conmigo al otro lado del país (dónde yo nací), para grabar un teaser en dos días, mientras perseguíamos un balón de fútbol por toda Pamplona para luego tocar todas las puertas municipales, departamentales, gubernamentales con un video en un computador, una presentación en powerpoint y un par de gafas de ‘científicas’; gracias a mi maravillosa familia (papá, mamá, hermanito, tía Carmen y tío Avelino) que siempre han creído en mí, nunca me han dejado perder la fé, me han recibido con mis amigos en la casa, han cocinado en los rodajes, han trasteado equipos, me han apoyado en los viajes de los proyectos… que no han hecho ustedes por mí. Gracias por aguantarme y por ayudarme a seguir mis sueños. No hay nada más que una hija, una hermana y una sobrina les pueda pedir;

 

Gracias a mis compañeros ‘Infames’ (Tere, Esme, Johnnier), por haberse lanzado con nuestro portafolio de proyectos y sueños de cine en el festival de Cannes y por estar siempre allí ante el llamado de la trompeta cinematográfica; a Carlos Hernández, quién tomó la idea de Lala para hacer un logo hermoso de 3pies que hemos usado desde el 2014 hasta este año en todas nuestras convocatorias; a Nata Gómez, Jhina, Humberto, Ayda, Mile, y todas las personas que le han dado su mano experta de producción y su cariño al proyecto; a Mauro por toda la bonita energía que siempre me ha compartido y le ha enviado al proyecto desde que se concibió; a mi bestie, Johnnier, mi compañero de batallas cinematográficas, por desgastarse conmigo para pensar mil y un formas de financiarlo, y por ayudarme siempre a organizar mis ideas en el papel y a ponerle la cabeza al corazón (o en el sentido contrario :P); a mi novio, Andrés, porque su amor y su profesionalismo que me desbordan todos los días, me dan ganas de vivir y de hacer muchas películas juntos; Gracias a JP y Nury, quiénes nos apoyaron en la producción de campo cuando arrancamos, recorriendo Pamplona y hablando con todo el mundo, con una diligencia y un cariño que se traduce hasta el día de hoy, que volvimos a recorrer las calles de la mano de Juan Cachastan, quién encontró todas las puertas abiertas gracias a su eficiente gestión; Gracias a Ray, mi paisano, (con el que tenemos aún una deuda cinematográfica que saldar en nuestra región), por asesorarnos en la convocatoria del Ministerio de Cultura; a Nicolás, que sigo buscando de cómplice para películas así esté al otro lado del mundo; a Iván, por su generosidad, por ser también cómplice de mis aventuras cinematográficas, por ser un olmo para el arbolito que crece bajo su sombra; y Gracias también al diplomado en televisión infantil de la Universidad Santiago de Cali, porque no sólo gracias a él aprendí mucho sobre cómo producir un excelente y bonito audiovisual infantil, sino que también, creó unos lazos de trabajo, amistad y compañerismo irrompibles entre los que participamos.

El último kilómetro siempre es el más difícil de recorrer porque en ese le gana a uno la cabeza y dice: ‘ya no más’. Así que guardo este último párrafo para las personas que en esta última etapa de 3pies, dieron el empujón, la alegría, las ganas, pero sobretodo, me devolvieron la fé. Gracias por no dejarme bajar la guardia, por estar ahí, por inyectar de energía positiva y hacer crecer 3pies con su buena onda: Nata, Moni y Juan, sin ustedes, no habría podido recorrer esa última milla. Fueron el agua cuando la sed era más intensa, la mano que se extiende amorosamente para ayudar a alcanzar la meta.  Gracias de corazón.

Siendo completamente honesta,les quiero decir (A TODOS), que no hubiéramos podido lograrlo sin ustedes. Que muchas veces me faltó la fuerza, muchas veces lloré, muchas veces dije ‘este corto no se va a hacer nunca’…Muchas veces pensé en renunciar, a pesar de lo mucho que amo esta historia y de lo mucho que quería hacerla en mi tierrita.

Así que, sin aún haberla rodado (yo advertí que iba a ser una publicación larga, y soy consciente que no me he ganado ningún oscar como para hacer este discurso, pero han sido muuuuchos años y muuuuuchas personas bonitas que he conocido en este proceso :P), mi conclusión es esta:

«Una película se hace más que con trabajo en equipo,

 CON amor EN equipo, y gracias AL amor DEL equipo». 

Lo digo yo. Y punto.

Si quiere ver el teaser, puede mirarlo en este link:

 

 

 

 

 

 

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Special thanks for El Call casting by former Voice123 staff Giselle Geney

Special thanks for El Call casting by former Voice123 staff Giselle Geney.

This is a small article I wrote regarding the voice casting process for EL CALL film credits.

EL CALL is my first film and it is very dear to me. You can check some more info about it at this site: http://www.facebook.com/CortometrajeElCall

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Un atrevido homenaje / a risqué tribute

«Partir», Márcela López, 2012

«El Louvre y París son muy grandes
Todo lo que hay en ellos no se encierra en el encuadre de una foto
el fuera de campo puede ser frío y arrogante
O al contrario… más bello de lo que dicen.»

-Marcela López, documental «Partir», 2012

Hace mucho no escribía sobre cine.

No porque sintiera que no había nada de qué hablar. No porque el cine dejara de fascinarme y enamorarme. Sencillamente… me detuve. Me contuve. Y hoy ví algo tan hermoso que no pude soportar más esta quietud. Que tumbó a patadas las puertas del silencio. Tengo ganas de gritar, de cantar, de saltar… De abrazar a Marcela y decirle que me perdone por escribir esto. Porque ella es una mujer reservada y me lo envió como confidencia para que calmadamente en un mensaje privado le diera mi honesta opinión.

Siento una gran necesidad de compartirlo, porque creo (aún con más firmeza que antes) que las películas no son para verse sino para compartirse. Así que quiero compartirles la experiencia que acabo de vivir:

Marcela López es Colombiana, nacida en Bogotá. Vive y estudia en Francia hace 3 años. Fuimos juntas a la Universidad.

De ella siempre recuerdo su voz suave y serena; sus ojos grandes que no podían esconderse detrás del reflejo de sus gafas; su sonrisa sonora y entrecortada; un pequeño gesto que hacía siempre que estaba perpleja y que me hacía sonreír; su andar un poco encorvado pero rítmico, ágil, como si la estuvieran filmando a 16 cuadros por segundo en vez de a 24.

Hace un par de horas estuve caminando con Marcela por París…

Estuvimos persiguiendo pacientemente la torre Eiffel esperando el día en el que finalmente tendríamos una cita con ella. Tomamos el metro, fuimos al Louvre y hablé con mi amiga, con la que no había hablado siquiera por skype desde hace años. Me contó que estaba grabando un documental en París para que sus papás (quienes nunca han salido de su país natal) conocieran la ciudad. Me habló de sus dificultades en Francia. Me habló de su anhelo por quedarse en ese país, que a su vez se debate con su nostalgia por Colombia. Me dijo lo que siente sobre el arte en este momento de su vida. Me presentó a sus amigos residentes en París (también Colombianos) y vimos un partido de la selección en el que ella no estuvo muy interesada (nunca le ha gustado mucho el fútbol, desde que está en Francia sigue más las noticias). Me habló de su infancia; de sus ganas de viajar con sus padres, de llenarse los ojos con paisajes nuevos, ciudades nuevas, culturas nuevas. Me dijo que estuvo triste. Me dijo que ha sido feliz.

Hoy hablé con mi amiga a través de su documental. Y fue como si el tiempo no hubiera pasado. Cómo si estuviera sentada al borde de mi cama. Fue hermoso. Y me hizo pensar que las películas nos hablan, nos confiesan, nos acogen, nos consuelan… así no nos abracen. Así estemos a un millón de kilométros de distancia.

‘Partir (To leave)’ Marcela López, 2012

Paris and The Louvre are way too big…
All things within them cannot be held in a picture frame.
Offscreen may seem cold and arrogant
…or the complete opposite,
even way more beautiful than what you’ve heard of.

-Marcela López, ‘Partir (To leave)’ documentary, 2012

It has been a long time since I wrote about film for the last time.

It was not because I felt there was nothing to talk about. Not because film has stopped thrilling and exciting my own self. I just… stopped. I held back my writing. But today, I saw something so beautiful that I couldn’t bear stillness any longer. It knocked down the doors to the quietness of my head and got my stiff fingers running. Right now, I feel like screaming, singing, jumping around the room and hugging Marcela, to tell her I’m so sorry for writing this down and publishing it. She is a shy woman and she asked for my opinion as a confidence. I know for fact she wanted me to reply in an honest manner through a private message.

But… I feel such a strong will to share it because I believe (nowadays firmly than I did before) that movies are not to be seen but to be shared. So I want to share with you the great experience I just had:

Marcela López was born in Bogotá, Colombia. She currently lives and studies in France (It’s about 3 years now since she left). We attended to the same University together.

I always remember her soothe, calm voice; her gorgeous, big, ‘cannot even be hidden behind glasses’- eyes;  her loud faltering laughter; a gesture she made when she was puzzled about something, that cracked me up every single time; her rhytmic, a little back bended-walking, that was also very agile, as if someone was shooting a film on her at 16 frames per second instead of 24.

Let me tell you: a few hours ago, I was walking around Paris with Marcela.

We were patiently chasing the Eiffel tower all over Paris, waiting for the day we will finally meet. We took the subway, we visited the Louvre and I got to talk to my friend, whom I have not talked to for a couple of years (not even via skype). She told me that she was shooting a documentary in Paris so her parents could get to visit the city, because they have never been outside their own country. She told me about the hard time she had in France when she just arrived. She oppened up to me and said she was having a struggle finding out whether to stay or to leave. She told me her insight about art. She introduced me to her Colombian friends living in Paris and we watched a soccer game (in which she was not very interested in. She is more a news-kind of person). She told me about her childhood; about her willingness to travel around the world with her parents, to see many places, meet many different cultures, many other cities. She told me she was sad. She told me she has been happy.

Today I talked with my friend through her documentary. And it was as if time has not gone by. As if she was sitting right next to me, on the edge of my bed. It was lovely. It got me thinking… that film talks to us, confesses to us, takes us in, gives us confort and hope… even if film cannot hold us tight with human arms. Even if we are million of miles away, living in different countries, speaking different languages and paying our bills with different currencies.

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Amo a los Smiths

Amo a los Smiths.

Les comparto un escrito de mi hermano, quién es mi ‘hand in glove’.

 

 

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Best intro ever / La mejor presentación de todos los tiempos

«Life goin’ nowhere. Somebody help me»                                                                                   (La vida va hacia ningún lado. Alguien, ¡ayúdeme!)                                                                      – Staying Alive, Bee Gees, 1977

Una ciudad caótica, inmensa, ruidosa. El ‘subway’ pasa haciendo inaudible cualquier cosa, cualquier persona alrededor suyo… Y sin embargo, la música de los Bee Gees empieza a elevarse sobre el agobiante ritmo de la ciudad.

El caminar confiado y seguro de un joven, lentamente se adueña de la pantalla.

¡Qué comience la película!

«Life goin’ nowhere. Somebody help me»                                                                              – Staying Alive, Bee Gees, 1977

A chaotic, gigantic, noisy town. The subway passes by making such noise that it is impossible to hear anything else… Yet, the ‘Bee Gees’ music prevails.

The confident steps of a young man slowly take over the screen.

Let the story begins!

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Merci Truffaut

Remake carrera ‘Jules et Jim’ 2006/Bogotá, Colombia/Pasaje Rivas/Int-Ext día

‘Me doy cuenta de que estoy alejado de las evoluciones estéticas, ya que no puedo hacer absolutamente nada que no sienta profundamente.’

– Francois Truffaut

Remake

Todo empezó con una simple pregunta:

-¿Cómo vamos a celebrar el cumpleaños de Truffaut?

Pregunta que despertó unos pocos comentarios escépticos, pero logró su cometido: captar la atención de algunos románticos amantes del cine, de algunos amantes de Truffaut, y de otros que pasarían a serlo después de este ejercicio.

Decidimos entonces reunirnos un Domingo en vísperas de su cumpleaños para rehacer una escena de Jules et Jim. La famosa escena de la carrera entre Catherine, Jules y Jim durante la cual Catherine hace trampa y gana la competencia.

Para hacer un re-make, para ‘Re-hacer’, hay que volver a sentir. Y, en este país, donde es tan complejo hacer cine, volver a rodar es como volver a enamorarse… Es como volver a la vida, al lugar donde todo es posible.

Nos sentimos amparados por Truffaut. Sin mucha preparación y con poco presupuesto, todo salió perfecto: El Pasaje Rivas es un espacio atrapado en el tiempo, el set apropiado para la historia; un carro de trasteos llega al lugar y su conductor es lo suficientemente paciente para ayudarnos a hacer el travelling; Una asistente de producción, dispuesta a lograr lo posible (y lo imposible); La camarógrafa, montada en la barra de la bicicleta de su novio, toma el plano de Catherine corriendo con pulso firme; La directora (quién se vió la escena mil veces) llegó con toda su energía a re-encontrarse con el cine, con la actuación, con sus amigos… y, por último, 3 personas trataron de actuar (entre ellas, yo) para homenajear sus personajes favoritos, quiénes curiosamente contienen rasgos fuertes de lo que son:

El romántico,

El pragmático,

La mujer (porque no hay otra forma de definir a Catherine… es una mujer única y a su vez es todas las mujeres al mismo tiempo).

Fue un hermoso día, como son hermosas las películas de Truffaut.

Lo hicimos porque lo sentíamos profundamente. El resultado, ya lo juzgarán ustedes.

Remake race ‘Jules et Jim’ 2006/Bogotá, Colombia/Pasaje Rivas/Int-Ext day

‘I’ve come to realize that I’m aside the aesthetic evolution because I cannot do anything without feeling it inside my gut’

-Francois Truffaut

It all started with one question:

-What are we going to do for Truffaut’s birthday?

Question which sparked off skepticism, but finally lead to a purpose:  recruit a few film-lovers, Truffaut lovers and some others that could not help but to become Truffaut’s followers after the exercise was done. 

We decided to gather on a Sunday (just a few days away from Truffaut’s birthday) to do a remake of a scene from ‘Jules et Jim’The one in which Catherine cheats during a race with Jules and Jim, just to win the competition. 

To ‘Re-make’ you have to ‘Re-do’… and also you have to ‘Re-feel’. In this country, where making a film is like making a space shuttle, shooting is like falling in love again…it bring us back to life, to a place where everything is possible.

Things developed as if Truffaut was giving us shelter. With no budget and in a short notice, everything came out just right: The ‘Pasaje Rivas’ is a vintage street and the perfect set for the race; A moving van arrived and his driver patiently helped us out with the camera-travelling; The production assistant was keen and willing to make anything possible (even the impossible); the camera-woman, sitting on the pole of her boyfriend’s bike, takes the shot of Catherine running with a steady hand (in the lack of a steady-cam); The director watched the scene a thousand times just to make sure she was getting it right. She came to the set energetic, to meet film in the face with passion and among her friends. And last (but not least!) 3 people were trying to act (myself included) to impersonate their favorite characters of all time. It was not a coincidence that in fact, we do resemble some of their virtues: 

The Romantic one,

The pragmatic one,

The woman (Because there’s no other way to define Catherine: She’s a unique woman and she is also all women altogether at the same time)

It was a beautiful day. Such as Truffaut films.

We did this, because we felt it within our guts. The result, is right here: 

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El monstruo lo llevamos dentro/ The beast dozes within ourselves

‘El páramo’, Jaime Osorio, 2011

*Temor… ¿A nosotros mismos?

Hace algunas semanas ya, comprobé que el cine de terror me encanta de la misma forma en que me encantan las montañas rusas. Una vez la sala se oscurece, las ruedas del carro giran, la música incidental empieza, los personajes se adentran en las tinieblas de la noche, y subo lentamente la empinada cuesta emocional contemplando por unos instantes la profundidad de la caída… Quiero huir. Siento arrepentimiento, y me pregunto ¿Por qué me estoy sometiendo a esto?

Al mismo tiempo, el viaje comienza: entrecierro los ojos, salto en la silla, grito improperios e invoco a Dios de forma autómata e innecesaria.

Ambas situaciones involucran un acto masoquista: el disfrute del miedo, la preocupación y la angustia que, en el caso de la montaña rusa, son generados por una travesía personal. En el caso del cine, es la travesía de otros lo que produce esta angustia… Verdadera compasión por el prójimo: ¡No te metas ahí! ¡CORREEE!, grito  en la sala, cuando veo que uno de los personajes se encuentra en una situación de peligro.

Y he aquí el componente del cine de terror que me emociona y me preocupa al mismo tiempo: NO tiene relación con los monstruos inventados (Chuckie, Jason, depredador, extraterrestres…aunque confieso que también me dan escalofríos). Lo que verdaderamente me asusta son las tinieblas de la naturaleza humana. Cuando las historias se acercan a lo más oscuro de nuestro ser y las tribulaciones de los personajes son tan reales que uno siente que pueden suceder… le.

en ‘EL PÁRAMO’, un comando especial de alta montaña compuesto por nueve experimentados soldados es enviado a una base militar en un desolado páramo con la que se perdió contacto hace varios días y que se cree fue blanco de un ataque. Al llegar encuentran un único y misterioso sobreviviente. Poco a poco el aislamiento, la incapacidad de comunicarse con el exterior y la imposibilidad de huir, socavan la integridad y la cordura de los soldados, haciendo que pierdan la certeza sobre la identidad del enemigo y les crea dudas sobre su verdadera naturaleza’ *

Acontecimientos tenebrosos y extraños suceden siempre que se aísla totalmente a un grupo de seres humanos de la sociedad y se les somete a condiciones climáticas terribles, combinadas con la carencia de la comida y la incomunicación con el mundo exterior. Se podría decir que los personajes vuelven a un estado de ‘sociedad primitiva’, donde las reglas morales y éticas del mundo en el que una vez se vivió, parecen lejanas… Donde la justicia es difusa como la neblina del páramo, y la sangre se torna aún más fría sin poder culpar por esto a las bajas temperaturas.

He visto un planteamiento parecido en películas como ‘The thing‘ de John Carpenter (obra maestra del cine de terror, en mi opinión), pero ‘El páramo‘ tiene un componente nuevo: Los personajes son un grupo de soldados (no de científicos), acostumbrados a matar al enemigo para su supervivencia. Estamos hablando de un grupo que hace parte activa en el conflicto interno del país: los ‘buenos’, los que trabajan para el estado.

A mí se me dificulta juzgarlos unilateralmente. Es complejo (sino imposible), sobretodo teniendo en cuenta que hay vidas humanas de por medio…incluyendo la de ellos mismos. Es un terreno muy escabroso y de líneas difusas.

¿Qué se justifica en la guerra? Para algunas personas, TODO. La negación de la humanidad del enemigo siempre facilita la tarea, desconociendo a su vez la terrible consecuencia de esta acción: la inevitable deshumanización de nosotros mismos.

‘El páramo’ no me va a dejar dormir por un buen tiempo. No porque piense que algún día se me va a aparecer un monstruo que viene de los avernos en una base militar olvidada en medio de frailejones en una montaña. Sino porque me aterra pensar que ese monstruo vive dentro de mí.

‘The Squad’, Jaime Osorio, 2011

*Fear… to ourselves?

A few weeks ago, I confirmed that I love horror films the same way I love rollercoasters: Once the room goes dark, the wheels start spinning, the incidental music grows louder, the characters dive into a pitch dark night and I climb up the emotional first step hill gazing down, for a few seconds, into the deepest abyss ahead of me… I want to run away. I feel regret and I wonder: Why am I doing this to myself?

At the same time, I squint my bleary eyes, and on the edge of my seat I scream and curse in the name of God in an almost unconscious-robot mode.

Both situations involve a masochistic act within themselves. They rise of adrenaline produced by fear, angst and concern caused by a personal journey on the rollercoaster. At the movie theatre, these feelings are caused by somebody else’s journey: True compassion for another being. I still yell at the movie screen ‘Don’t go there’ or ‘Run!’ when one of the characters gets into a compromising life-or-death situation.

And here’s the ingredient of horror films that excites me and disturbs me at the same time: It’s not really made up monsters such as ‘Chuckie’, ‘Jason’, ‘Predator’, aliens among others… What truly makes my hair stand on end is the intense darkness within human souls. Stories that come closer to the blackest shades of our inner being and characters’ tribulations and doubts are so related to our own that you sort of feel it could happen… to you.

In ‘The Squad’, an experienced nine-man special division of Colombia’s army is sent over to an abandoned military base in a deserted moor, which has lost contact with the main base and it is thought it was attacked by surprise under enemy lines. Once they get there they find just one mysterious-shady survivor. The inability to reach the outside world or to escape that dreadful location -for the mist has taken over the whole area- undermine the convictions and sanity of the soldiers, forcing them to lose clarity about the true identity of their enemy as well as their own nature.

Sinister actions are prone to happen every time a group of human beings is isolated from the world they are used to living in. The lack of food, information and awful weather conditions bring out everybody’s primitive instincts: moral and ethics -once learnt- seem pretty distant in time and space… Justice is as blurry as the moor’s very mist and the blood gets even colder and the temperature is not to blame.

I’ve seen a similar set up in John Carpenter’s ‘The thing‘ (a masterpiece remake, if you ask me) but ‘The Squad’ has a new ingredient added to the recipe: the personas are not scientists… They are soldiers, used to killing their enemies for survival. We are seeing a group of people who are active within Colombia’s very own war: ‘The good guys’, the ones that work for the country’s sake.

Judging them would make me fall into a complex scenario (It might even be impossible) for, it’s very hard to make up your mind when there are human lives at stake… specially, when one of them is your own.

What can be justified at war? For some people EVERYTHING: The denial of the enemy’s humanity always makes things easier although… taking aside the terrible consequences these actions will bring: a complete de-humanization of ourselves in the shorter-longer end.

‘The squad’ won’t let me sleep a wink for quite some time. Not because I believe one day I’m going to run into a demon caught in a military base up in a moor, but,  because I fear the demon resting quietly within me. 

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Esconde las pinceladas / Hide the brush strokes

‘Mad Men’/ Temporada 1/ Episodio #4: ‘New Amsterdam’ / 2007

‘Trabajando duro, ya viejo, espero hacer algo bueno algún día. No lo hago todavía, pero lo persigo y lucho’

– Vincent Van Gogh

Betty Draper - Mad Men

Este blog se llama ‘lo que amo del cine’. Sin embargo, debo confesar que también amo la televisión, en especial, las series.

En este momento, estoy cautivada por ‘Mad Men’. Hace poco, escuché una frase que provenía del personaje de Betty Draper (interpretado por January Jones), prototipo de ama de casa desesperada en los años 60, refiriéndose a sí misma:

Mi madre solía decir ‘estás pintando una obra de arte. Asegúrate de esconder las pinceladas’

Esta frase resume el carácter de su personaje. Día a día, Betty lucha en su interior por mostrar sólo lo mejor de sí misma a los demás: reprime sus deseos más oscuros; detiene sus pensamientos melancólicos justo antes que se vuelvan tangibles ante los ojos ajenos;  evita enfrentarse a la realidad de la vacía relación que mantiene con su esposo.  Siempre está perfectamente vestida, sin un cabello fuera de lugar, una arruga, una mancha o un hilo demasiado largo que se desprenda del dobladillo de su falda o del cuello de su camisa.

Betty es un cuadro renacentista de proporciones áureas, de colores armónicos, de líneas fluidas, de ‘pinceladas uniformes’. Al mirar el lienzo, no se pueden percibir los grumos del óleo, los titubeos de los trazos a lápiz…

Yo en cambio a veces me siento como un Van Gogh. Las lágrimas brotan de mis ojos en una discusión sin que yo pueda detenerlas. Titubeo aún cuándo sé con seguridad de qué estoy hablando… Me lleno de rabia, trato de no estallar, pero me descubro a partir de mis gestos… Pierdo la vehemencia y navego sin rumbo en las palabras que pronuncio. Tomo decisiones con la emoción a flor de piel. Hago una llamada desesperada en medio de la noche. Canto una canción que descubre todo lo que siento. Me tropiezo una y otra vez, para caer al piso, golpeada y sin gracia.

Me siento como un cuadro de pinceladas gruesas, bruscas, grumosas… Donde los colores se mezclan formando parches de colores extraños e incompatibles. Dibujada en un lienzo mal preparado, frágil, con varios hilos sueltos y mal posicionados.

Uno puede descubrir cierta locura en ‘los girasoles’ de Van Gogh. Un desenfreno azaroso, un ‘querer hacer’, un perfeccionismo casi delirante… pero sobre todo, auto-flagelación. Un ‘aún no estoy satisfecho con esto. No estoy satisfecho conmigo. Tengo que seguirlo intentando… Tengo que intentarlo muchas veces porque no está quedando bien… No soy lo suficientemente bueno’. La pasión y las emociones me desbordan: se salen de las líneas que demarcan la pintura, llegando a manchar hasta el marco.

Siempre me han producido admiración las personas que están perfectamente en su lugar todo el tiempo… Que no pierden la cabeza ante una emergencia…. Que no desfallecen ante una situación triste o complicada. Que no se dejan dominar por sus pasiones.

Y ahora, después de escribir y reflexionar mucho al respecto, me doy cuenta que si pudiera elegir, no me gustaría que mis colores estuvieran contenidos dentro de un marco. Ni que mis trazos estuvieran definidos por proporciones áureas, Ni que mis grumos fueran diluidos y que el resultado fuera un óleo liviano y superfluo, al cual se le deben aplicar muchas capas para lograr que resalte.

No admiro a Betty Draper. Ella no es una luchadora. Ella es una conformista.

Betty Draper es una hipócrita. Pero sólo con ese comentario, me hizo entender que tal cosa como ‘fingir que sé es feliz o seguro de sí mismo’, no sirve ABSOLUTAMENTE DE NADA.

‘Mad Men’/ Season 1/ Episode #4: ‘New Amsterdam’ / 2007

«By working hard, growing old, I hope to do something worth looking someday. I haven’t done it yet, but I’m pursuing it and fighting hard to achieve it’

– Vincent Van Gogh

Betty Draper - Mad Men

This blog’s name is ‘What I love about film’. Nevertheless, I must confess that I love television as well. specially when it comes to TV series.

I’m captivated by ‘Mad Men’. A few days ago, I heard a comment from Betty Draper, played by January Jones, who portrays a desperate housewife from the 70’s. She was talking about herself:

My mother always said, ‘You’re painting a masterpiece, make sure to hide the brush strokes.’

This phrase pretty much sums up the essence of Betty’s character. Every day, Betty is struggling on the inside  just to show the best of herself to the rest of the world: She chokes down her darkest and most profound desires; Suppresses her melancholia so the others will not notice the trace of sadness in her eyes; Avoids confrontation with the void relationship she has with her husband. She’s always well put: not a hair out of place, not a wrinkle on her dress, no wine stains, no hanging or missplaced threads on her clothes. 

Betty is a renaissance painting: divine proportions, harmonious colors, fluent lines, even strokes. Just by looking at the canvas, you will not perceive the oil painting lumps, the hesitation of the artist while tracing the pencil sketch…

I, on the other hand, sometimes I feel more like a Van Gogh painting. I cannot stop the tears bursting into my eyes during an argument; I hesitate even if I’m confident of the topic I’m defending; Filled with rage, I fooly try to cover it up while I’m being betrayed by my gestures; Instead vehemence , I wonder aimlessly in the waters of words. I take decissions while the emotions are recent and still messing up with my judgement. I make a desperate phone call in the middle of the night. I sing a song which reveals my true feelings in front of a bunch of people (and ‘that’ guy, of course). I trip once, twice, and fall on the floor, beaten, with no grace or glory.

I feel like a painting made of thick, abrupt, lumpy strokes. Colors mixing everywhere making strange and missmatched new colors… like I was drawn in a poorly prepared canvas, fragile, with several threads loose and in the wrong places. If you see Van Gogh’s ‘Sunflowers’ you will discover some hidden intentions of the artist: some wild abandon, eagerness of doing, an almost  insane perfectionism. But most of all… self scourging: ‘I’m still not done with it, still not pleased… I need to keep on trying, it’s not coming along… I’m not good enough’ Passion and emotions break through me: the also break through the lines of the painting and the frame, leaving disorganized stains.

I’ve always admired people ‘standing on their 2 feet’ with pride all the time. Never lose their temper. Always react accordingly in an emergency. People who will not fade during troubled or difficult times. Who will not surrender to their desires. 

But now, after writing and thinking about it, I realize that, if I could choose, I would not appreciate my colors being restrained by a frame; Or my strokes determined by divine proportions. Less than all, watery lumps by a light painting oil, who needs to be brushed over and over so we can hardly notice it. 

I do not admire Betty Draper. She’s not a fighter. She’s a setter. Betty Draper is a hypocrite. Just by saying those words she made me realize that such thing as ‘Looking happy and confident is the same as being happy and confident’ is pure BS.

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El amor florece – El amor se marchita / Love Blossoms – Love fades

Blue Valentine, Derek Cianfrance, 2010

*Amor… ¿Real?

‘Once upon a time I was falling in love… And now I’m only falling apart.’ (Hace un tiempo estaba enamorándome… Ahora estoy volviéndome pedazos)

-Total Eclipse of the heart, Bonnie Tyler.

Tuve que tomarme una malteada de chocolate después de ver ‘Blue valentine‘ el viernes. No es broma. Necesitaba algo que químicamente me hiciera feliz y me sacara de la tristeza tan honda en la que me sumió esta película. Afortunadamente, la malteada, (sumada a un buen amigo), lo logró.

Un poco más estable, decidí detenerme a analizar porqué esta película había dejado una impresión tan fuerte en mí… No era la tristeza sana de derramar unas cuantas lágrimas sentada en la oscuridad del cine, al lado de muchos desconocidos disfrutando también de sus lágrimas, en medio de una apacible soledad pública. No. Era una tristeza que no se iba y que tampoco me dejaba alejarme.

Si usted ha perdido un amor recientemente, si se está enamorando de alguien o si se está des-enamorando de alguien, NO VAYA A VER ESTA PELÍCULA. Es una advertencia que deberían poner en el cartel, como ponen en las cajas de cigarrillos, aunque en vez de un rostro destruido por los efectos del tabaco, deberían poner un rostro marcado por la pena.

‘Blue valentine’ es la historia del enamoramiento y del des-enamoramiento (muchos años después) que siente Cindy (Michelle Williams) hacia Dean (Ryan Gossling). La película es tan real y contundente (además de las increíbles actuaciones de la señora Williams y el Señor Gossling) precisamente porque contiene tanto los mejores como los peores  momentos de una relación, comparándolos constantemente en tiempos paralelos en un vaivén no lineal durante toda la película.

La cotidianidad tediosa, las peleas, la falta de afecto y respeto mutuo, los constantes reproches, la carencia de deseo sexual, las recriminaciones, los insultos, las peleas que empiezan con comentarios insignificantes, la irritabilidad, la pereza, la falta de aspiraciones, el exceso de trabajo, el compromiso, la hija (de otro padre): Todos se suman a la etapa de desamor (el ‘tiempo presente’) de la pareja, el cual está descrito con colores lavados, con una cámara en movimiento que respira al mismo ritmo cansado de la muy deteriorada relación de los personajes.

El humor, la confianza, la novedad, el apoyo incondicional, la conquista, los talentos ocultos, los secretos, la avidez sexual, la belleza y la juventud están presentes durante la fase del enamoramiento, el ‘tiempo pasado’ de Dean y Cindy, cuyos colores vibrantes y cámara desenfadada nos hacen ver claramente que todo esto hace parte de un pasado que no se puede revivir.

Creo que lo que se dice popularmente (y religiosamente) del ‘bien’ y del ‘mal’, de un cierto equilibrio necesario para que el mundo funcione mejor, de esa constante batalla que se debe librar también en nuestro interior, se aplica también a las películas. Usualmente me pienso fan de las comedias románticas que muestran sólo la primera fase del enamoramiento, del amor que todo lo vence: barreras sociales, políticas, prejuicios… ‘Blue valentine‘ me dejó con la duda de si todo lo que viene después del amor, tiene un tinte parecido al tiempo presente que se muestra en la película… De si la cotidianidad y los defectos del otro nos empiezan a devorar ferozmente consumiendo hasta la última gota de afecto restante en nuestro ser por la otra persona… De si ESE es el destino que está deparado para todos los que esperamos enamorarnos algún día…

(Otra malteada, por favor).

Blue Valentine, Derek Cianfrance, 2010

*Love… For real?

‘Once upon a time I was falling in love… And now I’m only falling apart.’

-Total Eclipse of the heart, Bonnie Tyler.

I had to get a chocolate milkshake right after ‘Blue valentine‘ finished. I’m serious. I needed something that would make me happy physiologically so I could walk out of that deep and awful feeling the film had taken me to; I could feel my guts wrench in helplessness. Thank God the milkshake (Plus the company of a good friend) helped me to move on.

Struggling to feel a little bit more like my usual self again, I was trying to put two and two together, somehow, to figure out what had touched me so deeply. It was not a regular sorrow, the kind that could be healthy at some point, that you share with the rest of the careless crowd by sitting alone in a dark cinema, weeping in silence, enjoying what I would call a comfortable ‘public solitude’. No. It was the kind of sorrow that would kick you down and wouldn’t let you stand back on your feet again.

If you have recently lost love, if you are in love or falling out of it… DO NOT WATCH THIS FILM. It’s a warning that everybody should be given to, the same way tobacco advertisers do with the emaciated face of a smoker on the cover of a cigarette pack… Only that this warning should have the picture of a broken heart on it.

Blue valentine‘ tells the story of a couple (Cindy – Michelle Williams and Dean – Ryan Gossling) that falls in-out of love. The movie blew my mind away: not only are the actor and actress outstanding performers but the way of alternating the best and worst moments of a relationship, so realistically, made, without a doubt, a big impression on me.

The tedious daily give and take, the arguing, the lack of affection and mutual respect, the constant criticism, the absence of sexual attraction, the humiliation, the meaningless comments that lead to meaningful arguments, the irritability that turns up out of the blue, laziness, lack of aspirations, work excess, worn out commitment, a different dad daughter: All of this sums up to the out-of-love stage of the couple (which is also the present time on the film), described in washed-up colors and using breathing-tired camera movements which resembles the worn-out breathing of the relationship.

The humor, the growing trust, the novelty, the unconditional support, the flirting, the hidden talents, the un-shared secrets, the high sexual appetite, the beauty and the youth are included during the In-love stage, the past tense of Dean and Cindy‘s relationship, shown to us through bright colors and easy-going camera, making us think of a beautiful past that can no longer be brought to life again.

I believe in the popular saying (and the religious point of view) that justifies the need of ‘good and evil’. There is a definite balance required in the world so it can function in a better way. It is a constant battle, also needed to take place inside ourselves. This applies to films as well. I usually declare myself a big fan of romantic comedies, which only show the first stage: Falling in love. Love breaks down walls: Political, social, prejudices, and so on. ‘Blue valentine’ left me in doubt: Is everything that comes after falling in love similar to the ‘present time’ of the relationship we witnessed in the film? Do the every-day life and the other person’s flaws devour the last drop of affection, left in us, at a slow pace? Is THAT the fate that has been given to us fools, who desperately want to fall in love someday?

(Hand me another milk-shake, please)


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Long time, no see! / ¡Tiempo sin verte!

Little Miss Sunshine, Jonathan Dayton & Valerie Faris, 2006/Gas station drive-in/Day

*The worst day of your life

Have you ever felt that things could not go any worse… and suddently you realize you were awfully wrong? Things can ACTUALLY go even worse?

Think of this: You’re lost in love with someone and suddenly, for no reason, that person who you have given everything to, leaves you to be with someone else. The loss is so painful that you hand yourself over to the alcohol, which makes you lose your job, the only source of income you have, as well as your prestige and reputation. Feeling miserable (while living on a pension), you find out that the person you were possibly chosen above is going to receive an important recognition that should be awarded to you. Then, you decide to end your life and you fail… which means now you will need to live under the guardianship of your only sister and her dysfunctional family, bearing with the compassionate, fearful and dissappointed looks from all of its members.

This is uncle’s Frank situation in ‘Little Miss Sunshine’, a movie who tells the journey of a dysfunctional family (I have never fully understood that phrasing…. tell me, how a ‘functional family’ looks like?)  who travel through the United States in a 1960’s Mercedez Benz van to take their youngest member Olive to participate in a beauty pageant in California.

Family’s members are: a grandfather addicted to heroin, an anti-social teen, a father which ultimate goal is to succesfully sell self-help conferences, a myopic child obssesed with beauty pageants, an uncle (Frank) who has recently tried to kill himself and is forced to spend sometime with the family to cope with his depression, and a mother that has to deal with all of these people. It is because of the struggles they must deal with together during this journey that all of them will get closer to eachother and recognize the importance of each individual within the family.

Frank taught literature, ‘Proust’ most specifically, in a prestigious University within the United States. He falls in love with one of his students (YES, he’s also gay, which is still a Taboo in the XXI century)  who leaves him to be with one of his colleagues, also specialized in Proust. Blinded by jelousy and pain (and also, wasted), Frank makes a fool of himself in front of his colleagues and He’s expelled from the campus. With neither a job, love and living on a pension, he founds out that the ‘new lover’ is going to be awarded as the most knowledgeable Proust critic in NorthAmerica. At that point, he decides to end his life, fails and is sent over by the health department to live with his sister, so she can keep an eye on him.

His sister’s family receives him skeptically. Nevertheless, Frank instantly builds a good relation with the heroin junkie-grandfather. Olive is selected to participate in the ‘Little Miss Sunshine’ beauty pageant in California. The father decides that the entire family must travel with her in the van to support her achievement, which does not please the others due to the lack of money to do the trip and also because of the weird destination.

In  a gas station, the grandfather asks Frank to get him some porn magazines and also gives Frank extra money, so he can get some too of ‘whatever he prefers’. Frank, still wearing his wrist bandages, gets out of the van and asks for the magazines with nerve. He chooses some with naked men on the cover for him and asks for a graspberry ice-shake too. Then, someone calls him out: His former-student/former-boyfriend salutes him with entusiasm. Frank does not have any clue as what to do: Scared, he tries to hide his bandages, the magazines, his awful -I’ve tried to kill my self- looks… But those are many things to hide. His former boyfriend’s New boyfriend hits his convertible’s automobile claxon repeatedly: Both of them are heading out to the awards show earlier for a quick holiday break.

Eveytime I watch this scene I recognize myself in Frank’s character. Not because I have been through the exact same situation, but because I honestly think that life really works that way and films (or at least, the films I love the most), should reflect that. Sometimes life will let you have a win: Run into an ex-lover at your best moment so you would think for yourself when the encounter is over ‘pfff…His loss’. But most of the times, you’re going to find yourself at the bottom floor and just when you think there’s no deeper pain or profound hole than the one you have dugg for yourself, the last kick will put your face on the dirt, leaving the last piece of pride and hope thrown away everywhere. Why? Because it’s part of human nature to burn yourself out like a phoenix so you can rise above the ashes. You must die a little to have a stronger rebirth.

Little Miss Sunshine, Jonathan Dayton and Valerie Faris, 2006/Estación de Gasolina/Día

*El peor día de tu vida.

¿Alguna vez han sentido que las cosas no podrían ir peor… y de repente se dan cuenta que estaban equivocados? ¿Que pueden empeorar aún más?

Les propongo este escenario: Están perdidamente enamorados e inexplicablemente esa persona a la cual le han entregado todo su afecto abandona la relación que han construido juntos para empezar una nueva con alguien más. La pérdida es tan dolorosa que se entreguen desenfrenadamente al alcohol, lo cual  ocasiona que pierdan su trabajo, única fuente de ingresos, y por ende su prestigio y reputación ganados a través de los años. Viviendo en una pensión miserable, descubren que la persona por la que fueron reemplazados va a recibir un reconocimiento por su trabajo que debería ser para ustedes. Toman la decisión de acabar con su vida y fracasan… Lo cual repercute en estar bajo la tutela de su única hermana, conviviendo con una familia disfuncional y soportando las miradas de decepción, compasión y temor por parte de todos sus miembros.

Esta es la situación del tío Frank, en ‘Little Miss Sunshine’, película sobre la travesía de una familia disfuncional*  (nunca he entendido ese término… ¿Alguien puede definir qué es una familia funcional?)  que recorre parte de Estados Unidos en una van Mercedez Benz de los años 60 para llevar a su hija menor Olive a participar en un concurso de belleza infantil en California.

Entre los miembros de la familia se cuentan: un abuelo adicto a la heroína, un adolescente con problemas de adaptación, un padre cuya máxima aspiración es dictar conferencias de auto-superación, una niña miope de 10 años obsesionada con los concursos de belleza, un tío (Frank) que ha intentado suicidarse y es obligado a pasar tiempo con su familia para superar su depresión, y una madre que tiene que lidiar con todas estas personas. Gracias a las dificultades que deben superar juntos durante el viaje, logran estrechar los lazos que los unen y reconocer la importancia de cada miembro dentro del núcleo familiar.

Frank enseñaba literatura, más especificamente la literatura de ‘Marcel Proust’, en una prestigiosa Universidad Estadounidense. Se enamora de uno de sus alumnos, (Sí, además es gay, lo cual a pesar de estar en el siglo XXI, sigue siendo un tabú en la sociedad actual), quién lo deja por otro profesor de la misma Universidad, especializado también en Proust. Debido a los celos y al dolor, Frank, alcoholizado, se pone en rídiculo frente a sus colegas y es expulsado de la Universidad. Sin trabajo, sin amor y viviendo en una pensión, se entera que el otro profesor va a ser galardonado como el crítico de Proust más reconocido de Norteamérica. Es allí que decide acabar con su vida y es remitido por sus doctores a la casa de su hermana, para que esté a su cuidado.

La familia de su hermana lo recibe con cierto escepticismo. Sin embargo, Frank traba una buena relación de inmediato con el abuelo paterno. Olive es seleccionada para participar en el concurso de belleza ‘Little Miss Sunshine’ en California. El padre decide que toda la familia debe recorrer el trayecto en la van para acompañarla, lo cual produce poco regocijo debido a la escasez de recursos para hacer el viaje y a lo ‘peculiar’ del destino de la empresa.

En una estación de gasolina del camino, el abuelo le pide a Frank que le compre unas revistas pornográficas y le da dinero extra para que se compre él unas cuantas ‘de lo que le gusta’.  Frank, aún con los vendajes del hospital en sus muñecas, se baja del automóvil muy tranquilamente y pide las revistas en la estación como si nada. Escoge para sí unas cuantas con hombres desnudos en la portada y pide un batido de mora. En ese momento, alguien grita su nombre: Su ex-alumno/ex-novio, lo saluda con entusiasmo… Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que se vieron. Frank no sabe como reaccionar. Incómodo trata de esconder los vendajes, las revistas, el mal semblante… Pero son demasiadas obviedades que ocultar. El nuevo novio toca la bocina, insistente, desde su convertible, ya que juntos se dirigen a pasar un fin de semana de descanso en el mismo lugar donde le va a ser entregado el reconocimiento.

Siempre que veo esta escena, me reconozco en el personaje de Frank. No porque haya estado exactamente en la misma situación, sino porque creo que la vida es así y el cine, (o por lo menos,  el cine que yo disfruto más) es un reflejo de la vida.  Algunas veces te permite encontrarte con un viejo amor, en tu mejor momento, y te quedas pensando ‘de lo que se perdió’… Pero la mayoría de las veces, te vas a encontrar en el fondo, y cuando crees que no hay dolor mas intenso que el que estás viviendo, o un hoyo mas profundo que el que has cavado para tí mismo, llega la última estocada para dejar lo poco que quedaba de tu orgullo y de tus esperanzas por el piso. ¿Por qué? porque la condición del ser humano es incendiarse como el fénix y levantarse de las cenizas:  Se debe morir un poco para renacer mas fuerte.

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